Soñemos, alma, soñemos
otra vez; pero ha de ser
con atención y consejo
de que hemos de despertar
de este gusto al mejor tiempo (…)
Y con esta prevención,
de que cuando fuese cierto,
es todo el poder prestado
y ha de volverse a su dueño,
atrevámonos a todo…
“La vida es Sueño”
Calderón de la Barca
La expresión más evidente de nuestra capacidad creativa es el sueño. Sin pedir permiso el mundo onírico abre la puerta y estamos invitados a la reinvención del mundo real, del mundo que nos es dado durante la vigilia. Pero lo soñado va más allá de la realidad que le dio origen. Como las obras de arte, como los juegos, los sueños construyen mundos más propios, mundos que, de la mano de la subjetividad, se levantan heroicos a la altura de la “objetividad” del mundo tangible y común para todos. Los sueños no son “restos” de la vigilia, sino su entera reconstrucción, su re-creación a partir de “sistemas”, “lógicas” y “razones” que yacen en lo más obscuro del inconsciente.