¿Veis esta fiesta, esta danza?
¿Oís la música fuerte?
Los que aún no lo sabíais
ahora aprender podríais
cómo el pueblo se divierte.
-Petőfi Sándor
Poeta nacional húngaro.
Guanajuato, Gto.- En el día del aniversario de la revolución húngara de 1956, el pasado 23 de octubre se presentó en el Templo de la Valenciana el Cuarteto Kodály. Solemne como la ocasión, inició el concierto con el cuarteto de cuerdas No. 3 de Emil Petrovics, compositor nacido en Serbia pero emigrado a Hungría –país de origen de su madre- al inicio de la Segunda Guerra Mundial. La pieza es todavía una novedad, pues fue estrenada en marzo de 2009 en el Budapest Spring Festival, justamente a cargo del Cuarteto Kodály. Articulada en 2 movimientos, esta obra es, según lo describen dos espectadoras, amarga y obscura. Sin duda refleja –dicen- los momentos más desesperanzadores por los que, quizás a causa de la guerra, atravesó el pueblo húngaro. El público cervantino la recibe en general con desconcierto aunque manifestando ya admiración por la meticulosa y limpia ejecución del grupo.
Prosigue el programa con el cuarteto de cuerdas No. 2 Op.10 de Zoltán Kodály, a quien la agrupación dedica su nombre. Tres movimientos más tarde, el desconcierto inicial se ha transformado en un entusiasmo vibrante. Los aplausos son vastos, al igual que las sonrisas y la sensación de haber encontrado en una melodía los colores más profundos del alma húngara. La pieza recorre diversos paisajes cuyo suelo común parece ser la inocencia bucólica, y donde asoman a cada rato ecos gitanos, festivos y despreocupados, lo mismo que momentos de contemplación humilde y reflexiva. Todo está dicho: La audiencia de la Valenciana ha sido conquistada por Kodály, compositor y ejecutantes, con la única arma de sus propias raíces. Y es que la obra de Zoltán Kodály es famosa justamente por estudiar y retratar su folklor nacional. Tal fue el interés del compositor por la música tradicional húngara que recorrió –con cilindros de fonógrafo en mano- remotos pueblos del territorio húngaro para hacer un registro de sus expresiones musicales, lo que lo convirtió en uno de los primeros y más trascendentes etnomusicólogos de su país.
Esta pasión por sus raíces populares la compartió con su amigo, el también compositor Béla Bartók, con cuyo Cuarteto de Cuerdas No. 5 concluyó este memorable concierto. La pieza nos regala una fotografía sonora de la geografía húngara, desde la cuenca del Danubio hasta su afluente el Tisza; de Miskolc a Szeged; desde la gran llanura, hasta las cordilleras norteñas de los Cárpatos.
El concierto termina con un doble llamado del aplauso para los virtuosos ejecutantes, quienes regalan un encore y reciben la cosecha de sus notables trayectoria y empeño: el cariño manifiesto del público cervantino.
Aquél 23 de octubre de 1956 es recordado con tristeza, pues la protesta estudiantil contra la opresión del gobierno estalinista fue aplastada menos de un mes -y alrededor de 2000 muertos- más tarde. Esta vez, por el contrario, la conquista húngara -igualmente rápida- deja a todos con ganas de prolongar el encuentro y nos enseña que sólo el arte más franco es capaz de lograr la rendición de los pueblos.
El ensamble
El Cuarteto Kodály se formó en 1966, un año antes de la muerte del compostitor que le da nombre. Está formado por destacados músicos, todos ex alumnos de la Academia Ferenc Liszt de Budapest: Attila Falvay (violín), Erika Tóth (violín), János Fejérvári (viola) y György Éder (violonchelo). Cuentan con un repertorio que va de Haydn, Schubert y Beethoven a compositores contemporáneos, entre ellos, los más importantes de Hungría. Han recibido premios como el Liszt en 1970 y el de Artista Meritorio de la República de Hungría en 1990, entre otros. Cuentan con una amplia discografía y una de sus grabaciones fue nominada por la BBC como la mejor grabación de música de cámara del año.
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