20 feb 2013

Cardo al sol

La despierta un ruido de tambores. Es su corazón agitado. Se ve en el espejo y se toca el pecho, que se vuelve translúcido. En el lugar del corazón un cardo, con un cerco de espinas. Su mano atraviesa la piel translúcida hasta espinarse con el cardo y aún así lo extrae. Las espinas ceden a un roce de los dedos y el cardo queda suave. A continuación lo aprieta y este se resquebraja, se parte en dos mitades exactas. En una de las mitades hay una pequeña versión de sí misma. Tiene una herida en un costado y está sudando, respirando superficial y rápidamente. Las dos mitades del cardo-corazón siguen latiendo al mismo ritmo. La pequeña versión yace en su mano y ella la observa sin saber qué hacer. Amanece. Ella se mueve por fin y va afuera con la pequeña sobre la palma; la coloca en el resquicio de la ventana donde puede darle el sol. La luz empieza a iluminarlo todo, y a pintar con rayos y sombras escenas de ella y su amante perdido. Cada escena empieza en la oscuridad y se baña poco a poco de luz y de color. La pequeña sonríe y la sangre de su herida deja de fluir. Las imágenes se han transformado en una película que danza alrededor de ellas, las dos versiones asombradas. Ella toma la tira de imágenes y la usa para cubrir el cardo-corazón, tras colocar a la pequeña adentro. Corazón en su lugar, regresa a la cama y duerme. Todo el cuarto está lleno de luz.