2 oct 2011

Malik


Conozco a Malik hace mucho tiempo. Es pequeño, rubio y flacuchito; tiene cara alargada y ojos hundidos y pequeños. Bueno, eso parece a primera vista, pero quien lo conoce bien sabe que sus ojos hundidos son inmensos; siempre están diciendo cosas y siempre hablan muy claro.
Hoy, mientras Malik jugaba a la pelota con un amigo, hizo trampa. El amigo había colocado sus zapatos como límite de una portería imaginaria, por la que Malik tenía que meter el balón. Malik no podía meter gol y empezaba a sentirse frustrado (sé perfectamente cómo actúa Malik cuando se siente así: empieza a morderse el labio inferior y a hacer cosas chistosas como hoy que movía la cabeza exageradamente cuando corría a buscar la pelota), así que aprovechó el momento en que el balón cayó demasiado lejos y el amigo fue a buscarlo para hacer más grande la portería imaginaria. Malik recorrió el zapato apenas unos centímetros. Sabía que yo lo estaba viendo y entonces me pidió con los ojos que no lo delatara. Y no lo hice. Yo nunca he delatado a Malik, en parte porque sus faltas no suelen ser mayores, aunque él no lo sepa. Él siempre piensa que sus faltas son muy graves. Por eso habla con los ojos para pedir que lo disculpes o que no lo delates.
Malik es tímido y cree siempre en lo que dicen los demás. Por eso se frustra cuando no mete gol, pues su amigo le repite que es muy malo para el futbol e incluso se sienta bajo la portería imaginaria para demostrarle a Malik que es muy fácil detener sus tiros. Malik piensa que tira mal, aunque su amigo y yo sabemos que no es cierto. Pero Malik no habla conmigo, sólo habla con su amigo, al que sigue en todo lo que propone.
Esta tarde, por ejemplo, Malik y su amigo encontraron a unos jóvenes que jugaban bádminton. Los dos quedaron fascinados por el juego, que nunca habían visto. El bádminton es parecido al tenis, con la excepción de que no se juega con una pelota sino con un “gallito”, que es como una pelota con plumas. Malik y su amigo se quedaron boquiabiertos cuando descubrieron lo rápido que se desplazaba el gallito. Entonces el amigo de Malik tuvo la idea de robar uno de los gallitos. Como él no es muy tímido (no necesita hablar mucho con los ojos), le pidió a Malik que no dijera nada, mientras tomaba el gallito y empezaba a caminar hacia la salida del parque. Malik se puso nervioso, no quería robar el gallito (se lo dijo a su amigo con los ojos, pero el amigo parece no entender este lenguaje). De todos modos no dijo nada y comenzó a caminar. Cuando casi llegaban a la salida, uno de los jugadores les gritó:-¡Devuelvan el gallito! Al amigo no le importó ser descubierto pero los ojos de Malik decían que estaba muy avergonzado. Cuando me miró, le sonreí amablemente. Malik sabía que todo estaba bien, que callarse con la boca no lo hacía necesariamente malo.

Hoy vi a Malik por primera vez. Estaba en el parque jugando a la pelota con un amigo. Lo reconocí de inmediato.


(2011)

30 sept 2011

El encuentro

Se concentró en la figura ajena, con ese interés de investigación que no le abandonaba. Su compañero, jadeante y sudoroso, parecía experimentar algo extrahumano. Así lo sugerían sus ojos en blanco y sus temblorosos párpados. Se hubiera reído de no ser por que su tórax estaba atrapado bajo el cuerpo de aquel hombre. La carcajada reprimida se transformó entonces una implosión de hiperactividad mental.

Sofocada, y a pesar de que quería capturar cada gesto y cada movimiento frenético de su afanoso acompañante, retiró la mirada. Repasó todo el cuarto con excéntrica agudeza. Por un instante fijó en su mente el color de cada uno de los lápices regados sobre el escritorio, los contornos de los dibujos en la pared, la textura de la mesa y la computadora con sus burdas calcomanías; leyó las etiquetas en las botellas de cerveza con increíble concentración, vio letreros ininteligibles, frases entrecortadas que él había escrito sobre el muro; prestó especial atención a los diversos patrones que dejaba la pintura al escurrir debajo de cada letra; pensó en lo que entrañaría ese grito de guerra sobre la cal; examinó los papeles desordenados, fijándose en las letras que alcanzaban a distinguirse de entre las manchas de tinta, seguramente versos para ella y otras mujeres, novelas fracasadas, tareas escolares inconclusas; serpenteó su mirada por entre los lomos de viejos libros, estudió los títulos en cada lomo, su color y su caligrafía; curioseó entre folders de varios colores y tamaños, con hojas percudidas que se asomaban entre la multitud de papel; contempló las cajas en el suelo, discretamente escondidas bajo un altero de ropa y papeles, las cajas del pasado que él guardaba tan celosamente como si lo delataran con más precisión que su ser presente. Eso era todo: un hombre presente. Volvió la mirada a su compañero sin haber concebido esta respuesta. Se preguntó en cambio quién era ese hombre dispuesto a prodigar mil caricias y halagos para ella, susceptible a perderse así por ella, dentro de ella. Una sonrisa leve barrió la conmoción trepidante en el rostro de su compañero justo cuando ella comenzaba a sentirse culpable de su indiferencia. Una vez más, equivocaba sus reflexiones. No había sido únicamente ella quien había desaparecido de ese instante, perdiendo al otro de vista. Lo cierto es que había estado sola también, sola bajo el pecho de ese buscador de sensaciones que no reclamó jamás su compañía. Había sido aniquilada finalmente con un sonoro extenuante orgasmo que abrió un mundo de distancia entre los dos.
Abrieron los ojos y se buscaron.



(2001)

22 ago 2011

Manifiesto

Yo no nací con espíritu aventurero. Las moscas se alegran cuando me ven cerca, leyendo mi libro o preparando mi comida. Los árboles se alegran también cuando me cobijan. Los días se regocijan al verme pasar, tranquilo, con todos mis sueños echados a la siesta bajo el sombrero. Las noches me saludan mientras escribo sin la guía de la luz. Las huellas de otros me reciben como si estuvieran esperándome. Yo las sigo con devoción.

Yo no tengo más camino que el del tiempo y los árboles y las noches y las moscas y los otros. Soy un hueco por el que el mundo entra, como el hilo por el ovillo de la aguja. Yo tejo el tiempo con mi pensamiento de triste bandera mecida por el viento. Yo coso los atardeceres con las sonrisas de los niños y el correr torpe de los cachorros; la brisa marina con el trigo que se mece dorado y sereno a la orilla de la carretera.

Los lugares, los nombres, los momentos...todo lo vivido...retazos que voy hilando y deshilando en el vestido que ha de abrigar a mi muerte silenciosa. Tómalo, úsalo como una insignia de guerra que narre a todos a dónde has ido. Llévame contigo hasta el altar de agua cristalina. Llévame al remanso donde ya espero, donde sigo escribiendo desde la oscuridad.

Llévame sin prisa, llévame amorosa, así como he vivido...sin violencia ni aventura ni atropello. Sentada tranquila a la sombra del mundo, yo también te cobijo.

ΜΥΚHΝΕΣ, 2011

4 jul 2011

adiós por la tarde

Ya no habré de cultivar tu sonrisa
pastora de todas las mareas
refugio de las aves del verano

me voy esclava de la fugacidad
del eco radiante en los pozos del alma
persigo el revolotear de la sangre
y el palpitar de los tiernos retoños

te veo alejarte, tierra firme,
y no puedo viajar contigo
al silencio profundo del ocaso

tu estela en el agua dormida, lo sé
es más cierta que todos los amaneceres.

(2011)

20 jun 2011

En sueño

Huí de tí mil veces. De tí al sueño que podía unirnos de forma perfecta. Quise dormir para hallarte entre los muros tambaleantes, en los pasillos de día, donde puedo hablarte de forma tal que puedes entenderme.

Huí de tí mil veces hacia el rincón más hondo en la distancia, ahí donde te sepulté desde la primavera. Pero abrí los ojos y caí en tí siempre y eras más tangible que la sal entre las sábanas. Entonces bebí tu risa informe y seguí a tientas el camino a tu mirada. Conté las marcas de tu piel, llené con tu cabello mi aliento, me lloré por entero contra el ligero temblor de tu pecho.

Cayó el día sobre nosotros. Inundó las sábanas. Besó nuestros pies distantes encontrados. Te hablé por última vez y te despedí con un suspiro. No eras nada, ni siquiera el tacto febril de un sueño. La risa que bebí era su risa, su cabello el cabello con que llené mi aliento. Mis lágrimas las lágrimas que no pude llorar contra el ligero temblor de su pecho.

19 may 2011

Fin de viaje

Ahora quemar las nubes
y poner los recuerdos en subasta
decapitar las letras infalibles
cruzar las sombras del fugaz hechizo.

Sueño  el sueño de la enredadera
el sueño extraviado del joven pájaro en el nido
y el de la esfinge en su contemplación
de hormigas en marea de trajines

Esta apertura me estremece
esas alturas me desquician
esta rigidez que me da forma
esta estructura…

reniego de todo
de mí de ser yo de haber sido
culpable la sangre la voz y los cabellos
penitencia para los pensamientos
guillotina para el deseo marchito

Tiembla la ruta elíptica
se desmorona mi jardín de enredaderas
mis puentes colgantes sucumben al polvo
trazan en tí el itinerario
del peor de mis naufragios.

(2009)

Conversación

Del niño incierto ante el columpio
del kantismo incomprendido
de la cura y los apodos del amor
del tirano y su hija quijotesca
cómo le perdonaría ser su padre
y cómo se perdonaría ser su hija…
De todo eso hablábamos mientras la tarde
ofrecía sus pájaros y sus colores
a un instante mudo de nosotros.

(De algún día de 2008)

Lejos

Apenas un instante trémulo
y abrimos la oquedad que nos separa
el abismo que va del amor a la suspicacia.

Nos quedamos así lejos
como si entre las crestas de nuestro silencio airado
galoparan valles de desesperanza.


*(De algún día de 2007)

Lucidez

En el balcón de mi sien busqué un rayo tibio
un cobijo solar para el desquicio
una purga de radiantes horas.
Así me hallé iluminada y sola
con el astro golpeándome indolente
y viendo crecer mi desamparo
se inflamaron mis ansias de despeñadura
y me lancé sin titubear hacia la transparencia.

(2007)

Apaga la luz

Apaga la luz,
mejor que no sepas el rostro en que naufragas.
que ignore tu tacto el tacto que lo reconoce
y te pierdas entre dunas epidérmicas sin dueño
que puedas reptar por un cuerpo sin memoria,
ni huellas de los clavos que atizan tu conciencia.

Al alba la caricia que salvó el deseo
anuncia los desdenes que traerá la tarde
en que habrá miradas encontradas pero estaremos lejos
con el tacto aprisionado por sonrisas de diurna cortesía
indiferentes como dos que no han tocado nada nunca
dos que de noche se acuestan con fantasmas colectivos
dos solitarios que prodigan besos en abstracto
y lamen sombras sin remordimiento.

Cierra los ojos
y esconde tu temor bajo las sábanas
no sea que encuentres la mirada ardiente que te llama,
no sea que en esa llama arda la noche con todas sus franquezas
y nos sorprenda el recuerdo de esos otros
que iluminan el día con su juego de amigos recatados
con su juego insípido de peatones encontrados.

Apaga la luz
que ya es hora de tocarnos
como si no estuvieras perdido en el fondo de ti mismo.

(2007)