5 mar 2007

El desencanto

“And once you’ve seen what they have been
to win the earth just won’t seem
worth
your night or your day
Who’ll hear what I say?”
-Nick Drake
Para el ser de imaginación, para aquél que busca, es ineludible el momento del desencanto. La realidad es por definición no-correspondiente. Cimentada en sí misma, dueña de sí, no tiene compromisos con mundos internos, con aspiraciones o ensoñaciones. No la seducen, no la tocan las motivaciones de los particulares.
El desencanto del hombre es, casi necesariamente, desencanto por los otros. Son los otros quienes se presentan ante él como la realidad más cercana, más palpable. ¿Para quién habla el que habla? ¿Por quién lucha el que lucha? Los otros son destino y punto de partida. Lo “semejante” es en principio el territorio de la búsqueda de sí, mas lo que se busca en los otros es el ser propio. El hombre es altruista no por decisión consciente sino por obediencia a su propia condición existencial. El altruismo es el interés del hombre por sí mismo, por aquello que de sí está contenido en los otros. Por ende, si el hallazgo del buscador apunta hacia un linaje de seres crueles o mezquinos, el desencanto es lógico y contundente. La búsqueda de lo propio se transforma entonces en la búsqueda de la salvación de cara a la mezquindad propia.
La realidad no necesita salvación y los otros no la piden; la necesita el salvador y la realiza a través de sus semejantes. Egoísmo de repercusiones colectivas.
Si los males se encuentran en la relación del hombre con los otros, la cura deberá radicar ahí mismo. No hay remedio para el desencanto sino en la voluntad y la acción propia. A lo que apunta la aventura del que busca es a la salvación de sí, que aun a pesar suyo, se traduce en salvación colectiva. El individuo define su humanidad a partir de los otros, pero la humanidad comienza en el individuo. Lo que haga un hombre por sí mismo hablará en nombre de su humanidad y éste es el doble filo de la “condición humana”. Aceptando dicha condición, el desencanto no desaparece, pero detona una visión superior de “lo humano”, una que ha pasado por el tamiz de su propia realidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante. Yo tengo esos síntomas. El dilema es encontrar para hacer algo que valga la pena por si mismo.

Saludos.