23 abr 2007

Poesía desde el desencanto



"Fame is but a fruit tree
So very unsound.
It can never flourish
Till its stalk is in the ground.
So men of fame
Can never find a way
Till time has flown
Far from their dying day".

Nick Drake, Fruit Tree.



Sus largas piernas, tendidas en la cama, fueron lo primero que apareció ante la vista de su madre, cuando fue a despertarlo, ya casi al mediodía. Luchando contra el insomnio, murió la madrugada del 25 de noviembre de 1974, a los 26 años. Había pasado ya algunos años agobiado por una depresión severa, desencadenada, según afirmaron algunos, por su fracaso como músico. Y es que para un hombre que “necesitaba comunicarse desesperadamente”, el no lograr eco en sus contemporáneos fue devastador.


“No tengo nada más que decir”, afirmó Nick Drake tras terminar el tercer y último álbum que publicó –sin éxito- en vida. No conoció más alabanza que la de la gente cercana a él: familiares, amigos, músicos y ejecutivos con los que trabajó. Todos vieron en él un talento excepcional. El resto del mundo no estaba interesado en lo que el joven melancólico de Tanworth-in Arden tuviera que decir.
“He hecho alrededor de 40 LPs en los últimos 40 años y aún pienso que él fue el más grande guitarrista acústico que dio Inglaterra, y el mejor letrista también”, expresó Robert Kirby, arreglista para dos de los álbumes de Nick. Pero más allá de su talento como músico, de la originalidad que según los conocedores se refleja en sus extrañas afinaciones, hay en la música de Drake un elemento que lo coloca en la lista de los imprescindibles en lo que podríamos nombrar “la gran fonoteca de la humanidad”: la pureza, la nitidez de un alma plasmada en un guión sonoro.
En sus pocas grabaciones se manifestó claro y brutal el mundo de un hombre que moldeó la realidad en el crisol de la melancolía. La belleza triste de las letras y melodías fue enmarcada por aún más bella y triste, débil voz. La música de Drake es simple, pero no ingenua; habla con la resignación de quien ha visto en su magnífico funcionamiento la maquinaria oculta de vida y muerte; de quien ha visto rodar al mundo y no puede más que observar sus giros, sus ires y venires, sus absurdos, injusticias, paradojas y contradicciones, desde la profunda soledad que frente a este torbellino es el alma de un hombre.
A un artista como Nick Drake no le quedaba más que hablar, exponer el alma y aquello contra lo que el alma topa –el mundo, el remolino-; le quedaba sólo el camino de la poesía. Drake recorrió ese camino no sólo con decoro sino con una habilidad y sensibilidad impecables.



2 comentarios:

villings dijo...

Hola : ) gracias por pasar y por comentar varias entradas. Espero que sigas pasando y que te siga gustando lo que ves : P si no, el libro de quejas está a su disposición.

Y para que mi comentario no sea algo colgado, paso a decir algo con respecto a tu entrada sobre el GRAN Nick Drake.. me encanta, tengo todos sus discos (en mp3, por supuesto) y no me acuerdo cómo lo descubrí ni cuándo, aunque sé que fue hace mucho tiempo ya. De hecho, lo poco que sigo escuchando de mi carpeta singer/songwriter es Nick Cave, que es como mi Dios : ) y por lo tanto es intocable..

Bueno, me despido. ¡Saludos!



PD: hay lindas fotos en tu flickr ; )

Sarjana dijo...

Pues sí, Nick Drake fue grande (y el Cave lo es también).
Es chistoso, aunque parece que siempre hablas de cosas que te importan, a veces me parece que lo haces como si no significaran nada para tí. Hay un desapego extraño aunque uses calificativos de aprobación/desaprobación.
Perdón por irrumpir...