18 jun 2007

La fe ciega

Dios=ignorancia. Es la fórmula con la que mi padre alguna vez resumió de un golpe el problema de nuestra singular relación con el “ser supremo”. Es el problema de la razón –quizá nuestra más distintiva y útil herramienta evolutiva– que se torna incapaz frente a las preguntas verdaderamente fundamentales, frente a lo que en última instancia nos serviría saber.

Por una parte una victoria sobre el creador: Mientras más conocemos, mientras más fenómenos logramos explicarnos, éstos dejan de pertenecer al ámbito de lo divino. Conquistamos con el uso de la razón pequeñas tierras en el reino de Dios, como si ilumináramos en un mapa regiones que permanecían sombrías e inexploradas. Sin embargo lo que dejamos en penumbra es tan vasto (para empezar, la pregunta por la existencia de Dios mismo) que desanimaría al científico-colonizador más entusiasta. Ganamos “batallas” y perdemos la “guerra”. Y sin embargo, creemos.

Ni siquiera Dios, pero sí la fe, es imprescindible para el hombre. Ni siquiera razonar, pero sí creer, es la cualidad más asombrosa que, como especie, poseemos. Es así que resulta fútil contraponer los asuntos de la razón a los asuntos de la fe. Por el contrario, habría que respetar la competencia de cada una de estas cualidades. Dios está fuera de la historia, fuera del mundo físico, fuera de toda evidencia empírica. En vano intentar conocerle, en vano intentar refutarle a través de la razón. Por otra parte, todo aquello dentro de la historia, del mundo físico y de la evidencia empírica es susceptible de ser escrutado, cuestionado y llevado ante los más implacables tribunales del juicio humano. Es esta obligación de escrutinio lo que las instituciones religiosas se han empeñado -con gran éxito- en aniquilar, para beneficio propio.

Es tiempo de que la gente de fe abra los ojos a todo aquello que está aquí, al alcance de su razón. Es tiempo de adentrarse sin miedos en esas regiones iluminadas por el saber.

***

Libros que “prometen”: La puta de Babilonia, de Fernando Vallejo. Promete un ataque frontal hacia los absurdos, crueldades y miserias de la iglesia católica. Un atentado a base de lecciones básicas de historia y una pizca de sagacidad.

5 comentarios:

Alfredo Godínez dijo...

Ayer leí este artículo en el Milenio, me pareció muy bueno, eh!
Un saludo.
Fredo.

Unknown dijo...

Hola, me parece bueno tu uso de lenguaje pero hay algo que no me queda claro

que criticas?

Me parece que comienzas hablando sobre fe y Dios y terminas criticando a la religion catolica, la cuales son cosas distintas.

saludos.

dasxsein dijo...

@alfredo: Gracias por pasar!

@javier: El escrito no llega a ser una crítica sino sólo un discernimiento sobre el uso de la fe y la razón. Creo que clarificando la relación de una con otra se puede ya entrar a la crítica de objetos particulares, como la iglesia católica. La crítica a ésta no la hago nunca yo, sino Vallejo. Su libro, que se presume tan polémico, puede ser un buen ejemplo de hasta dónde se puede llevar la crítica. Vallejo no se mete en teología y, aunque creo que es ateo recalcitrante, no se pone a argumentar a favor o en contra de la existencia de Dios. Critica algo que es criticable (la iglesia católica), puesto que se le puede cuestionar histórica y formalmente. Creo que lo más significativo que podríamos encontrar en libros como ese es precisamente su atrevimiento...a cuestionar cosas que nos han hecho creer que son incuestionables.
Gracias por tu comentario. Saludos!

Anónimo dijo...

A lo mejor este comentario esta fuera de lugar, pero el adjetivo del nombre del blog ("de poeta"), me sugiere que aqui va.

Voy a "depurar" tu texto y tu me dices que te parece:

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La fe ciega

Dios=ignorancia. Es la fórmula con la que mi padre resumió el problema del “ser supremo”. Es el problema de la razón –nuestra herramienta evolutiva– que se torna incapaz frente a las preguntas fundamentales, frente a lo que nos serviría saber.


Una victoria sobre el creador: Mientras más fenómenos logramos explicarnos, éstos dejan el ámbito de lo divino. Conquistamos pequeñas tierras en el reino de Dios, como si ilumináramos en regiones que permanecían sombrías e inexploradas. Lo que dejamos en penumbra es tan vasto (la pregunta por la existencia de Dios) que desanimaría al más entusiasta. Ganamos “batallas” y perdemos la “guerra”. Y sin embargo, creemos.


Ni siquiera Dios es imprescindible para el hombre. Ni siquiera razonar, pero sí creer, es la cualidad que poseemos. Resulta fútil contraponer los asuntos de la razón a los asuntos de la fe. Habría que respetar cada una de estas cualidades. Dios está fuera de la historia, fuera del mundo físico, fuera de toda evidencia empírica. En vano intentar conocerle, intentar refutarle. Todo aquello dentro de la historia, del mundo físico y de la evidencia empírica es susceptible de ser escrutado, cuestionado y llevado ante los tribunales del juicio humano. Es este escrutinio lo que las instituciones religiosas se han empeñado en aniquilar.


Es tiempo de que la gente de fe abra los ojos a todo aquello que está aquí, al alcance de su razón. Es tiempo de adentrarse en esas regiones iluminadas por el saber.

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Solo corte adjetivos. Cierto?

Lo primero que se nota es que hay algunas preposiciones "mal" empleadas y que faltan verbos.

Por otro lado, tienes imagenes fuertes en el texto que se ocultan y se pierden con los adjetivos. Tal vez valdria la pena dejar que estas imagenes fluyeran libremente.

En fin, una vez que se encuera el texto, se notan algunos puntos que a lo mejor te gustaria enfatizar (o reforzar).

PD. Me gusto este texto y creo que me podria gustar mucho mas.

dasxsein dijo...

Cortaste adjetivos, adverbios, verbos y complementos de modo...
Me temo que no entendí tu "ejercicio descuartizador". Por mi parte, contrario a tí, creo que para crear una imagen es necesario aportar datos "sensibles" a través de estos elementos que desapareciste. En ellos va, en buena medida, eso poético a lo que intento llegar.