16 jul 2013

La chica del aro

Se puso el aro en la nariz: «esto me recordará la mujer que quiero ser». Por alguna razón, la mujer abstracta a la que admiraba tenía ese distintivo. Y aunque su admiración tuviera más bien que ver con las cualidades espirituales de aquella que con algún rasgo físico, el aro fue el vínculo material entre las dos mujeres, el símbolo tangible. «Este aro nos acercará cada día hasta que no haya más distancia».

Diez años pasaron y no sólo no se estrechó su alianza, sino que la convivencia diaria hizo que aquella mujer llegara a resultarle invisible.

Hoy sólo es una chica con un aro en la nariz, que no sabe lo que quiere.

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